Hace unos a©łos, mujeres embarazadas en cuatro rincones del mundo escucharon esas palabras y esperaban que pudieran ser ciertas. Entre ellas, Esther, de la zona rural de Uganda; Jessica, de un vecindario de Chicago marcado por la violencia; Shyamkali, de una aldea de casta baja en India; y Mar©Ưa Estela, del altiplano occidental de Guatemala.